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Mapa de situación del concejo
Mapa de situación del concejo de Villaviciosa. Asturias.
Escudo del concejo
Escudo del concejo de Villaviciosa. Asturias.
Descripción
MITOS Y LEYENDAS
Los pequeños espíritus o grandes, según se mire, que en número cada vez más reducido quedan por algunas de nuestras aldeas, que continúan viviendo en algunos de nuestros bosques, fuentes, ríos..., fueron elementos que conformaron las antiguas creencias y religiones. Xanes, trasgos, etc., ocuparon un lugar muy importante en la cultura popular de Asturias, al igual que en otros pueblos lo hicieron otros miembros del gran reino de las hadas y los elfos.
Junto a la necesidad de poseer más y más moderno, vamos desfigurando lo antiguo y tradicional que recibimos de nuestros mayores. Como otro de los tributos al progreso cambiamos la vida tranquila y sosegada de la aldea por la computarizada rapidez de la ciudad; en cambio, cuando todas las cosas tenían un nombre individual, cuando los hombres no se consideraban dueños de la Tierra, convivían hombres y animales con la naturaleza, con dioses, monstruos y espíritus en paz y perfecto equilibrio.
La expansión del cristianismo fue apagando estas creencias, pero aún siguen viviendo en las tradiciones de los pueblos, en cuentos populares, ligeramente cambiados y, muchas veces, con nombres de santos y héroes de la nueva religión.
J. R. R. Tolkien dice que Dios puso a los hombres y a los elfos en la Tierra, pero mientras que a los hombres les concedió la libertad de que sólo estén vivos en el mundo un breve lapso de tiempo, y que no estén atados a él, y que partan pronto, los elfos permanecerán en el mundo hasta el fin de los días, y su amor por la Tierra y por todo es así más singular y profundo, y más desconsolado a medida que los años se alargan. Porque los elfos no mueren hasta que no muere el mundo, a no ser que los mate o los consuma la pena. Tampoco la edad les quita fuerza, a no ser que se cansen de diez mil centurias, y al morir se reúnen en las estancias de Manos, de donde pueden retornar llegado el momento. Pero los hijos de los hombres mueren de verdad y abandonan el mundo, por lo que se les llama, en el gran reino, las hadas y los elfos, los huéspedes, los forasteros.
Estos espíritus, hijos de la madre naturaleza, pueden adoptar las formas más distintas, apareciendo como hermosísimas mujeres o viejas deformes. Con formas de animales o fuerzas naturales, pueden vivir en árboles que ellos mismos adoptan, ríos y fuentes, en una vieja casa o en un pequeño bosque. Huyen siempre de las ciudades y de los ríos contaminados, viven siempre en zonas rurales puras. Las colinas huecas suelen ser lugares donde celebran sus fiestas y reuniones y donde guardan sus tesoros. Yeats asegura que los más hermosos suelen estar cerca de nosotros cuando caminamos por lugares espléndidos y en calma.
Son alegres o tristes, según el caso, mentirosos o bromistas, pesados y rencorosos o agradecidos y generosos. Los que habitan en Asturias dice Luciano Castañón que son más bien espíritus bondadosos y los malignos no lo suelen ser en exceso.
Debido a estas propiedades ha sido siempre muy difícil para los hombres poder verlos; sólo los niños, los poetas, curanderos, videntes y gentes que están en paz con su entorno natural tuvieron esta oportunidad. De cualquier forma es difícil que se dejen ver; en sus dominios, la excesiva curiosidad puede ser peligrosa. Cuentan de un señor conocido de todos en la parroquia de San Martín del Mar que «un día mientras llendaba les vaques, sentóse encima de una piedra y oyó unos cantos y una música que parecía salir de debajo de los pies; asombráu quedó el hombre cuando, al quitar la piedra onde estaba sentáu, quedaba al descubiertu un salón donde se estaba celebrando un gran banquete; llenu de curiosidad, quiso ver más, y al agachase, cayoi la gorra pol furacu cerrándose esti en el actu, con la pérdida de la gorra». Por ello, es necesario tener mucho tacto si nos encontramos con alguno de ellos; debemos tener en cuenta que no piensan ni sienten como nosotros, los hay que dicen lo contrario de lo que sienten. Las invitaciones por parte de los elfos, hadas o espíritus hay que tomarlas con mucha precaución y rechazar todos los ofrecimientos de comida y bebida, que son los medios más directos para sus encantamientos. Es más recomendable dejar que ellos se nos descubran que buscarlos nosotros. Una observación discreta y una postura amigable es lo más aconsejable cuando uno tiene la suerte de encontrarse en sus dominios.
Mitos encontrados, algunos en un estado bastante precario, en el concejo de Villaviciosa son: la Xana, el Trasgu, el Hombre del Gorru Colloráu, el Nuberu, el Diañu Burlón, la Güestia, y los Encantamientos.
La xana
Las xanas que habitan en Villaviciosa, al igual que las de toda Asturias, suelen hacer sus hogares en cuevas, cerca de las fuentes y arroyos que cuidan y en los que pasan la mayor parte del tiempo. La xana, al igual que el agua, tiene dos cualidades: por un lado, proveedora de alimento y benefactora de la agricultura, y por otro, arrebatadora de vidas; esta misma dualidad suele tenerla la xana.
La xana es el más bello de los espíritus mitológicos; su mayor hermosura la consiguen en la noche de San Juan, cuando la luz de la luna las transforma en suaves figuras misteriosas; así, peinan lentamente sus largos cabellos y cantan canciones antiguas tan hermosas que todo se detiene para oírlas. Muchas de las canciones de nuestro folclore se dice que están inspiradas en las xanas. Son las xanas excelentes compositoras y saben tocar diversos instrumentos musicales: el arpa, la gaita, el címbalo, el violín, el pandero y el birimbao. Danzan descalzas alrededor de las fuentes, y aunque Aurelio del Llano recoge algunos relatos en los que visten el traje regional, las de Villaviciosa visten trajes sueltos de plata o no usan vestido. Luego de la danza se bañan en el agua fría de los arroyos. En sus rituales convierten las aguas de sus fuentes en curativas; aquellas personas que en la mañana de San Juan consiguen coger las primeras aguas del alba, «la flor del agua», pueden considerarse afortunadas porque llevan todas las propiedades mágicas con que las xanas dotaron a su fuente. Dicen que son descendientes de Diana, también se ha dicho que lo son de Egeria, ninfa de las aguas y de las fuentes. Que son nietas de las nueve sagradas druidas femeninas, pero lo más probable es que las xanas sean descendientes de los elfos que habitaban los antiguos dólmenes de Asturias.
Son primas hermanas de las korringans francesas y de las lamignak del País Vasco, aunque éstas son más violentas y más anticristianas que las asturianas, que recientemente aparecieron en algunos lugares de Asturias convertidas al cristianismo.
Sus moradas son limpias y ornamentadas con mucha riqueza, procedente de los tesoros de los que son conocedoras. Trabajadoras infatigables, siempre están tejiendo en ruecas de oro primorosos trabajos que ofrecen a quienes las pueda desencantar, o cuidando sus gallinas con pitinos de oro.
Miden unos 60 centímetros y tienen un cuerpo bien proporcionado, aunque pueden cambiar la forma y aparecer más altas o convertirse en cuélebre o cualquier otro animal.
Algunas xanas son muy enamoradizas y protegen los amores y castigan la infidelidad. Su marido, el xanu, es muy celoso, fuerte, pequeño y de mala intención. Más pequeño que la xana, pues mide unos 40 centímetros, viste de pieles y vive oculto bajo las aguas de los ríos, fuentes o pozos cerca de su trabajo. El xanu es el guardián de entrada a la ciudad de los elfos, que siempre está bajo una montaña o una colina, y siempre hay que entrar a través de un río, en donde el xanu vigilante, con un «gabitu», engancha a todos aquellos que se descuidan y los arrastra con él bajo las aguas del río. Es huidizo y nada comunicativo. Su mal carácter hace de su matrimonio una convivencia difícil, por lo que rara vez se les ve juntos, lo que no impide que tengan hijos.
Las xanas son buenas madres con los xaninos, pero a diferencia de las Giane de Cerdeña —sus parientas—, que poseen unos pechos larguísimos que echan sobre sus hombros, la xana tiene los pechos pequeños, lo que hace muy difícil la crianza de sus hijos, cuyo periodo de lactancia dura algo más de cien años. Esto obliga a muchas xanas madres a cambiar sus hijos por los de las campesinas mejor dotadas, durante algún tiempo.
Las xanas tienen reina; es la más bella de todas, es la que mejor danza, y sabe tocar el arpa como nadie. Suelen reunirse con ella algunas noches señaladas y danzan y cantan haciendo corros hasta el amanecer. Los humanos que se unan a ellas en sus bailes deben hacerlo con muchísimas precauciones, ya que pueden quedar extenuados en el baile, del que nunca podrán parar si ellas no quieren. En San Martín del Mar aún se conservan las ruinas de un monasterio en un islote de la ría que se puede visitar siempre que la marea lo permita. Cuentan que hace varios años cuando la gente salía al alba para ir a la Villa, un grupo de vecinos vio, no sin asombro, que en la isla se estaba celebrando una gran fiesta; llenos de curiosidad por conocer a qué se debía aquella celebración en horas tan tempranas se dirigieron a la isla y al son del tambor y gaita, se pusieron a bailar sin poder contenerse, entre unas damas muy bellas y unos hombres provistos de gorros rojos, bailaron durante bastante tiempo pero cuando se dieron cuenta sólo estaban el grupo de personas que se dirigían a la Villa, y, sin saber cómo, había desaparecido la otra gente. Según se dice en San Martín, entre las ruinas del monasterio del islote, vuelve a producirse el «encantu» cada cien años.
FIESTAS Y ROMERÍAS
Ciclo de invierno
La primera fiesta de invierno que se celebra en el concejo es la que se dedica a Santolaya, el día 10 de diciembre, en la parroquia de Seloriu. Más conocida por la Fiesta de los Ramos, en ella se muestran muy claramente los ritos del fuego y del árbol a través de las hogueras y los ramos.
La víspera de la fiesta, los diez barrios que componen la parroquia preparaban el ramu que habrían de llevar al día siguiente hasta la iglesia. En la elaboración de los ramos participaba todo el pueblo; se encendía una foguera, atizada con trastos viejos y leña que aportaban los vecinos, se asaban castañas y se bailaba al son de la gaita, el rabel o el acordeón. Los mozos iban de un barrio a otro a «celebrar los ramos», comían castañas, bebían sidra y bailaban alrededor de la hoguera. La fiesta duraba hasta muy tarde.
A la mañana siguiente, engalanados con el traje regional, mozas y mozos portan los ramos, antaño profusamente adornados de roscos de pan, cintas y frutos de la tierra. Actualmente, prima más la originalidad y las formas artísticas. Gran número de vecinos acompañaban con cohetes, que explosionaban durante el recorrido, y cantaban coplas ingeniosas después de la misa asturiana, que se intercambiaban mientras se subastaban los ramos. La rivalidad en la potencia y número de cohetes era muy grande, y todavía hoy los barrios compiten entre sí por ver cuál de ellos «quema más pólvora» con los voladores. Al atardecer, la música y los bailes continuaban por los distintos barrios al igual que la noche anterior. Desde 1984 la fiesta se celebra al domingo siguiente al día 10, a menos que Santa Eulalia caiga ella misma en domingo.
Navidad, Nochebuena y Reyes eran las fechas de los aguilandos. Salían los jóvenes a pedir por todas las casas, y de manera especial por las principales. Tras la pregunta de rigor que hacían a su llegada: «¿Cantamos, rezamos o marchamos», optaban por una u otra solución ante la puerta. Los rezos se realizaban, generalmente, en aquellas casas en las que había algún luto reciente. Los cantares tenían coplas de introducción como ésta:
Hoy, víspera de los Reyes,
la mayor fiesta del añu,
salen mozos y doncelles
a pedir el aguilandu.
De las coplas más populares para la petición de aguinaldo, una era ésta:
Déme el aguinaldo,
señora madrina,
un bollín de a cuartu
y una salchichina.
Y si no recibían ningún obsequio, a pesar de sus cantares y peticiones, se despedían con coplas como ésta:
Allá arriba en aquel monte
hay un periquín cagando,
pa los amos de esta casa
que no mos da el aguinaldo.
Los aguinaldos consistían corrientemente en monedas y comestibles, de los que se daba buena cuenta en una comida en la que participaban todos los que formaban la ronda.
Celebrábase también la víspera de Reyes una procesión en la que participaba el «Carriquín de Belén»: varios carros, profusamente engalanados y tirados por bueyes, que llevaban velas encendidas en las astas; estos carros servían para recoger el grano de trigo y maíz que los feligreses vertían a su paso como ofrenda, y que era utilizado para sufragar los gastos de la parroquia.
La actual Cabalgata de Reyes no se diferencia de cualquiera de las que se pueden contemplar en otras procesiones del país. Una singularidad cabe destacar, y es que algunos años en los que la marea lo permitía, por su coincidencia horaria, la cabalgata arribó a la villa por la Ría. El cortejo, en embarcaciones engalanadas e iluminadas con antorchas, ofrecía un maravilloso espectáculo. Algunas parroquias del concejo contribuyen al posterior desfile por las calles de Villaviciosa con carrozas alegóricas de Navidad.
El día de Reyes, se introducía una alubia en el Roscón que se preparaba para los niños; al que le tocaba comerlo, se le nombraba «Rey de la Faba» y dirigía el baile del mismo nombre, que consistía en un corro de niños y niñas cogidos de las manos que giraban alrededor del «Rey de la Faba» cantando:
¡A la faba, a la faba!
Después de guisada,
lo que manda el Rey;
lo manda el alcalde,
que don / doña...
(se dice el nombre de un jugador)
que dé la vuelta al aire.
La niña o niño mencionado se da la media vuelta, quedando de espaldas al centro del corro. Siguen todos cogidos de las manos y girando, hasta que todos están de espalda. El baile finaliza cerrándose el corro y dando «culadas» al Rey de la Faba, que queda aprisionado en el centro.
Casi como una tradición más de la Navidad villaviciosina habría que mencionar el reparto de turrón a los niños de la localidad por parte de una conocida fábrica local. Desde hace varias décadas, este dulce mediterráneo viene supliendo aquel no menos delicioso turrón de tabique que elaboraban todas las confiterías locales por estas fechas.
La fiesta de La Luz era «La Candelaria», el 2 de febrero. La festividad de la Purificación de Nuestra Señora era conocida popularmente como la Candelera o la Candelaria, por la cantidad de velas que se encendían: «La Candelera echa l´iviernu fuera». A Niévares y a San Antolín de la Llera acudían los romeros a bendecir las velas que luego se encenderían durante las tormentas, las enfermedades o a la cabecera de los moribundos. Había también procesión y romería.
Las últimas fiestas de invierno son las de Les Comadres y Carnaval, celebradas con mucha alegría y popularidad en la villa y en casi todas las parroquias del concejo.
Son Les Comadres una celebración muy arraigada en Villaviciosa, con peculiaridades que la hacen distinta de otras que se festejan en Asturias. La tradición manda que los jóvenes de ambos sexos acudan en grupos o solos al monte, donde comen y pasan el día juntos para regresar al atardecer. La comida consiste en un bollo de pan relleno de chorizo, el bollu preñáu, huevos cocidos y naranjas. El monte es el de Cubera, aunque algunos grupos escogen otros cercanos para cumplir la tradición. Hay quien ve en Les Comadres, tal como se celebran en Villaviciosa, una fiesta donde subyace un rito de iniciación, mezclado con la Matronalia o fiesta que las mujeres casadas celebraban en la antigua Roma.
Con la llevada de los Carnavales, del Antroxu, la vida se vuelve del revés en sus actos y comportamientos. La burla, la sátira y la alegría se hacen reinas de las calles de la Villa. La mesa abundante de pote con xuan, de fayueles, de sidra, de música y de mazcarites. Los carnavales en Villaviciosa, de gran popularidad y tradición, sufrieron el sabido paréntesis durante varias décadas para resurgir en los últimos años en una intento de recuperar la antigua fiesta. Se vuelve a rivalizar en fantásticos trajes, carrozas y coplas, y hasta se vuelve a editar un periódico carnavalero, donde la crítica y la burla son la salsa de la noticia: El Fumiacu, émulo de El Fumiacu Invisible de los años treinta.
De los Carnavales, el Domingo el Gordu era el día de la gastronomía por excelencia. El Martes d´Antroxu lo era de los desfiles y se cuenta que por la calle del Sol, desde la Iglesiona a la plaza de Ecce Homo quedaba más de una cuarta de confetti y serpentinas tras el paso de los desfiles. El miércoles era y es el «entierru de la sardina». Uno de los mozos, no hace muchos años, se vestía de sardina y era llevado por la alegre comitiva de chigre en chigre y de bar en bar. En cada local se cantaban un responso dirigido por un «oficiante» que bendecía a la concurrencia con agua, en el mejor de los casos. Los taberneros en esas fechas hacían alardes de arrogancia extrema, invitando a los clientes y parroquianos a sardinas frías, asadas o en tortillas, fayueles o picatostes. Al finalizar el recorrido, el recorrido, sardina y acompañantes escuchaban el testamento leído por el «notario» del que tomaba buena nota el «escribano». Los testigos o acompañantes coreaban:
Apúntelo usté, señor escribano,
apúntelo usté,
con la pluma en mano,
tinteru y papel.
El testamento estaba cargado de humor, pues la sardina se acordaba de todo lo que en el pueblo había destacado por una razón o por otra:
Apúntelo usté
que a Villa le dejo
la vara de alcalde
a censo perpetuo.
Apúntelo usté
que dejo a «Faldeta»
un palu de escoba
para una muleta.
Dejo a mi señora
y a mis guapos hijos
disgustos sin cuenta
y males prolijos.
Por las parroquias del concejo, L´Antroxu no desmerecía en alegría; los mazcaraos iban de casa en casa para que les obsequiaran con sidra y fayueles. Arrojaban ceniza a todos los que encontraban a su paso y hacían sonar cualquier cosa que invitase a bailar. En Tazones, por Carnaval, vienen los Mordicientos. Llegan por Santa Mera, de donde pasan en embarcaciones a Tazones, y corren los gallos. A los neños se les prevenía con la copla:
Dicen que los Mordicientos
vienen muy gafos
y traen sombreru y espada
pa matar los gallos.
En el año 1985 se creó en Villaviciosa la Cofradía del Cencerru, con la finalidad de hacer resurgir el Antroxu, potenciando los actos más tradicionales de la fiesta.
Ciclo de primavera
El dicho popular dice que el cuquiellu, a partir de abril, pregona la primavera, ya que su canto con anterioridad sirve sólo para anunciar nieve: Cuquiellu marciellu, trae la ñeve tres del capiellu. La vida animal experimenta un aumento de vitalidad y la naturaleza comienza a brotar estimulada por el calor solar. Estamos en la estación de las flores. Flores y plantas son festejadas en primavera, quizá siguiendo algún impulso dendrolátrico, de épocas en que nuestros antepasados convivían en paz con el medio natural y el árbol tenía sus deificaciones, y nunca mejor que en su época de esplendor, la primavera.
De todas las festividades del concejo es la Semana Santa la que mayor participación popular se observa y una de las más importantes de la villa. Hasta tal punto es así que las crónicas se hacen eco del recibimiento de que fue objeto, allá por 1779, un cortesano del rey Carlos III. El vecindario, con gran esperanza de que después de la visita llovieran las mercedes, y previa reunión de los notables del pueblo, decidieron que la Semana Santa era el mejor festejo que podían ofrecerle, por lo que repitieron las solemnes procesiones en un mes de agosto que dejó memoria. Durante toda la semana, la villa es una continua manifestación de actos religiosos, que se reflejan sobre todo en el recogimiento de sus procesiones y la plástica de sus pasos, que recorren las calles más antiguas de la población.
Dos celebraciones destacan por encima de las demás: el Sermón del Encuentro y el Desprendimiento, auténticos autos sacramentales que se vienen realizando de idéntica manera desde hace siglos. El predicador hace de director de escena, encauzando el maniobrar de los pasos según un guión no escrito. Los actuales sermones no son los mismos, ni tienen la carga dramática de los de antaño. Aquellos llegaban a repetirse de forma que cualquiera que los escuchara varios años seguidos llegaba a aprendérselos de memoria, aunque no por ello dejara de emocionarse en cada representación.
La liturgia, el rito y la tradición son los componentes de todos los actos, alguno de los cuales ya no se celebra.
La Cofradía de Jesús Nazareno sigue organizando en la actualidad las procesiones. Los encargados de «gobernar» las procesiones llevan una cruz a modo de báculo o bastón. A finales del pasado siglo, uno de ellos llevaba una vara que ocupaba todo el ancho de la calle, impidiendo que mujeres y hombres se mezclasen o confundiesen. Hasta hace muy pocos años se mantuvieron las filas, la de los hombres por el interior y la de las mujeres por las aceras. Otro, con una pértiga de la que pendía un cestillo, pedía a las personas que se encontraban en los balcones con la siguiente fórmula: «Para el entierro del Cristo y la soledad de María. ¿Quién hace bien?».
En el resto de ls parroquias tiene escasa celebración la Semana Santa, si se excluyen los cultos en el interior de las iglesias. Sólo el Domingo de Ramos, domingo de estreno (Non tien manos el que no estrena por Ramos) se mantiene la tradición de llevar a bendecir los ramos de lloréu (laurel), a veces árboles enteros. Los ramos benditos se habrán de repartir luego por las habitaciones de la casa, el establo, las fincas y tierras de labor, diciendo al mismo tiempo:
Fora ratos,
fora sapos,
fora toa comezón,
qu´aquí está l´agua bendito
y el ramu de la Pasión.
Es tradición entre los ahijados llevar el ramu benditu a los padrinos, para recibir el día de Pascua, a cambio del bollu o roscas de pan, convertidos ahora en regalos de toda índole.
El domingo anterior a la Pascua de Pentecostés es bajada la Virgen de Arbazal, Nuestra Señora de las Angustias, en procesión hasta Puelles, donde se le reza una novena, al cabo de la cual, el lunes de cincuesma la vuelven a subir a la ermita. Adornábase el dosel de la imagen con las primeras cerezas de la temporada y pujaban los mozos por llevar las andas. Acompañábanla vecinos y muchos romeros de los pueblos de alrededor. Cuando el convento estaba habitado como seminario, recibíanla dos filas de seminaristas que la acompañaban hasta la parroquia.
El Corpus Christi fue otra fiesta de gran tradición en Villaviciosa, organizada por la Cofradía del Santísimo Sacramento y revestida de gran celebración y solemnidad. Celebrábase también la octava del Corpus con procesión y fiesta profana, pero con menos solemnidad que el día grande. Las calles por donde discurría la procesión se alfombraban con romero, cenoyu, xunclos y espadañas. Se engalanaban los balcones y los distintos gremios de artesanos y cofradías llevaban su estandarte a la procesión. Iba a la procesión el Carru Santu, tirado por una pareja de bueyes engalanados, que iba llenándose con las flores que tiraban a su paso. Celebrábase también el Corpus en la capilla de Sebrayu, con romería, y en Sietes, donde en el año 1928 la misa solemne fue cantada por el popular gaiteru Lliberdón.
Las Sacramentales son las mismas fiestas del Corpus, generalmente retrasadas por voluntad de los párrocos con el fin de darles mayor solemnidad con la asistencia de otros párrocos vecinos. Eran las fiestas más esplendorosas de la parroquia, junto con la patronal, y se celebraban en todas las parroquias del concejo. A menudo solían coincidir con la Primera Comunión de los niños de la parroquia.
Las Fiestas de las Flores son otros festejos muy tradicionales en la primavera villaviciosina. Los arcos de hojas verdes y flores que adornan la entrada a las romerías y a los lugares donde se celebran cultos religiosos son una constante en estas fiestas. Tenían reconocida fama en todo el concejo las de Oles, Fuentes y Tazones.
Ciclo de verano
La fecha de la fiesta de San Juan Bautista coincide con la celebración del solsticio de verano en los pueblos precristianos y en ella perviven muchos ritos, cultos y tradiciones ancestrales. Es un culto a la naturaleza que se concreta en tres elementos: el fuego, el agua y el árbol. San Juan es la fiesta del sol; se decía que en las mañanas de San Juan el sol bailaba, porque era su día, y acudía la gente a los lugares altos y a la playa al amanecer para verlo «bailar». El sol está representado en el fuego de la foguera de la noche de San Juan, que se anima con el fin de contener o ayudar al astro rey en el decaimiento que comienza. Esta foguera se salta con el fin de protegerse de enfermedades y maleficios, o de conseguir amores y bienestar. A su alrededor se danzaba hasta que se extinguía:
Señor San Xuan,
en la foguera ya no hay que quemar,
viva la danza y los que en ella están.
A la «foguera de San Juan» de Amandi se acudía de todo el concejo para cumplir con el rito. El prau de San Juan, frente a la capilla, entre frondosos árboles y a la orilla de un río, cumplía todos los requisitos de lugar sagrado precristiano.
San Juan bendice el agua en su noche y, hasta hace muy pocos años, sólo los muy osados se atrevían a bañarse en el río, o en la mar, antes de que el santo diera su bendición. Les xanes, cuidadoras de fuentes, también beneficiaban las aguas en esta noche mágica. La víspera de San Juan, mozas y mozos acuden a todas las fuentes del concejo para realizar la enramada. Adornaban las fuentes con arcos y flores y se cantaban canciones tradicionales. Al amanecer, se iba a coger «la flor del agua». Se llama así en todo el concejo a la parte superior del agua del manantial que recibe el rocío de la noche y el primer rayo del sol de la mañana. La flor del agua produce felicidad y bienestar a quien la toma, y felicidad en el matrimonio a la moza que se lava con ella. También a la que lo hace con el rocío de la mañana de San Juan.
El huevo que se vierte en un vaso de agua en la noche de San Juan indica al que lo efectúa un próximo viaje si a la mañana siguiente es un barco de vela lo que se adivina entre las aguas del vaso, o boda si lo que se ve se parece a una catedral.
El rito del árbol se cumple en las enramadas de las fuentes, en los ramos de fresno y rosas que los enamorados colgaban en los balcones de sus amadas. Ramas de árboles adornadas con cintas, rosquillas o flores, tenían cada uno un significado distinto. Se adornaban los mozos con hojas verdes, como el trébol, que prendían al pelo o en la montera.
En todas las aldeas del concejo se gastaban bromas en esta noche. Se ponían los salladores, muñecos de hierba vestidos con trapos que se plantaban en las fincas a aquellos que no habían acabado la faena para ese día. Se sacaban los carros, ataban las puertas de las casas, mezclaban el ganado de los vecinos...; pocos era los que se libraban de las bromas de los mozos en la noche de San Juan. A lo largo del día, el campo de la romería era el lugar elegido para sentarse en grupos a comer o merendar, y también para celebrar la feria de aperos de labranza, que anunciaba la temporada de siega y recolección. Era también el día en el que se apalabraba alguna boda para el otoño.
Breceña y Ambás festejan el 29 de junio a su patrón San Pedro, casi con los mismos ritos naturalistas que los del pasado día 23:
Enramásteme la puerta,
la víspera de San Pedro.
¿Non sabías, galán del alma,
que estaba San Juan primero?
La víspera de San Pedro
púsete el ramu,
la de San Juan non pude,
que estuve malu.
La de Breceña llegó a tener relevancia y acudían a la romería gentes de otros concejos.
La fiesta de julio por excelencia es el Carmen. Candanal, Carda, Amandi, Niévares, Priesca, Villaverde y Santa Eugenia honran el 16 de ese mes a la Madre de Dios. En Tazones es fiesta marinera, con procesión por la mar. A Carda iban desde la villa con un gran ramu que se subastaba en el campo de la romería. Al Carmen de Santa Eulalia de Carda acudían desde la villa con la comida, que se degustaba en el prau. Una copla recuerda la predilección por la fiesta de Carda:
De todas las parroquias
de la Villa alrededor,
la misa de Santa Eulalia
es la que lleva la flor.
El 22 de julio, La Madalena de los Pandos venera a su patrona con una gran romería al estilo tradicional, en la que no faltan les ufiertes a la santa, que sale en procesión llevada por los jóvenes del pueblo y acompañada por el ramu.
El 25 de julio: Santiago: fiestas en Peón. Al día siguiente celebraban los del pueblo un fiestín llamado del rezume, que llegó a tener tanta popularidad como el día grande.
Santa Clara es la patrona de las religiosas de clausura del mismo nombre y del barrio donde se halla situado el convento. Celebran su fiesta el 12 de agosto, fecha en la que los vecinos de la Villa obsequiaban a la Santa y a la comunidad con docenas de huevos con los que las hermanas de la Orden preparaban unos deliciosos dulces que tenían gran aceptación entre la población, hasta tal punto que hubieron de prohibir su confección porque las distraía de sus obligaciones.
La Asunción es la «Virgen de agosto» o «el día de Nuestra Señora», en casi todo el concejo. Su celebración, el día 15, va unida al deseo de la comunidad campesina de lograr una buena cosecha. En ella subyacen cultos precristianos a la Diosa de la Tierra. Las ermitas o iglesias de su advocación han sido erigidas generalmente en lugares donde se observaron cultos a la naturaleza: cuevas, montes o rocas. Foncaleyu, El Requexu, Arroes, Coru y Celada honran esta fiesta con procesiones donde los ramos son el componente general y romería al estilo tradicional.
La foguera de Coru, la víspera de la fiesta, tenía reconocida fama y atraía a ella a todos los mozos de las parroquias vecinas. Cada pueblo hacía su corro para danzar y, tras los vivas y mueras a los distintos lugares de donde eran los danzantes, venían los retos y los ixuxús, y terminaban a palos, como solía ocurrir en todas las buenas romerías. Estas coplas, muy generalizadas en toda Asturias, dan una idea de cómo empezaba, siempre con algún reto o desafío:
¡Válgame el Señor San Pedru!
¡Válgame el Señor San Xuan!
¡Que vengan los de Breceña,
que los de Coru aquí están!
Era costumbre en esta foguera de Nuestra Señora de Coru quemar un xigantón de grandes proporciones, y también fuegos artificiales.
San Roque, protector contra pestes y epidemias tan abundantes en la Edad Media, tiene su fiesta en Tazones el día 16 de agosto. Un día antes, comenzaba el ambiente festivo con la romería de El Requexu, a la que acudían los tazoneros tanto por tierra como por la lancha hasta El Puntal. La Opinión relata en 1893 el traslado en un vapor de una banda de música de Gijón, que volvía de Tazones con el resto de la comitiva al atardecer, después de las pertinentes giraldillas, de la danza prima y de la foguera.
Goza el San Roque en la zona de una devoción especial, habida cuenta de que en La Lloraza, cerca de Tazones, existió una malatería y hospedería de peregrinos perteneciente a la parroquia de Oles. A esa misma parroquia pertenecía el lugar donde estaba erigida la capilla de San Roque, antes de la creación de la parroquia de San Miguel de Tazones. Desde esta capilla era bajado el santo en procesión hasta el muelle. Allí es embarcado para la procesión por la mar, acompañado por las imágenes de la Virgen del Carmen y la del Rosario, que no era muy del gusto de algunos párrocos con el pretexto de que se trataba de un rito pagano.
San Roque tiene que salir a bendecir el mar e implorar al cielo abundante pesca; de no hacerlo, se perdería la vez en favor de Lastres, donde San Roque tiene también su culto. Mientras San Roque hace el recorrido, en las embarcaciones que le acompañan se canta:
¡San Roque la mar arriba,
como cualquier marinero!
Va bendiciendo el camino
que pisan los marineros.
El día 17, San Roquín, se celebraba una procesión de carácter profano en la que un madero pintado con los rasgos del santo y vestido con parecido ropaje era arrojado al agua tras el discurso del «oficiante» de turno. Se decía que así San Roque protegía la pesca.
Durante la romería se bailaba la rueda y luego los danzantes, con las manos unidas, corrían todas las calles y locales del pueblo cantando, se quemaban fuegos artificiales y el xigantón.
Desde hace unos años y con la participación de todo el pueblo, el día de San Roquín, se repite un simulacro caricaturizado de un hipotético desembarco del rey Carlos en Tazones. El acto cuenta con la gracia, el disparate y la alegría como principales componentes.
En septiembre, la cosecha está recogida y las celebraciones son más alegres para compensar el esfuerzo y el trabajo pasados. En la villa, la fiesta del Ecce Homo ha sido recuperada en la plaza que lleva su nombre por los comerciantes y vecinos de la calle del Agua (hoy c/ José Caveda y Nava), tras años de no celebrarse.
El 8 de septiembre, coincidiendo con la Natividad de Nuestra Señora, la Virgen de Llugás reúne numerosísimos romeros en su santuario. Como muchos de los lugares de culto a la Madre de Dios, está cargado de leyendas y tradiciones. Situado en un promontorio rodeado de robledales, que en otro tiempo fueron lugar de culto pagano, a él acuden campesinos de una amplia zona de Asturias en busca del remedio para ellos y sus animales. La asistencia de romeros desde lugares tan distantes como Langreo, Oviedo, Gozón, Gijón, Colunga o Infiesto es constatable.
Parece ser uno de los primeros lugares de Asturias donde se establece un culto a María, tradición mariana que estaría muy ligada a la de la Virgen de Covadonga. Su mayor auge lo alcanza durante los siglos XVIII y XIX. A mediados de la centuria decimonónica se recogían limosnas que no bajaban nunca de 17.000 reales, cuando el presupuesto del Ayuntamiento de Villaviciosa era en aquella época de 30.000 reales.
En la Casa de las Novenas, al lado de la iglesia, había una lápida empotrada en la pared que contenía unos caracteres no descifrados, pero desapareció al hacer una reforma. Según parece, bajo la espadaña también existe alguna inscripción en piedra que fue tapada en la reforma realizada bajo la dirección de don José Caveda y Nava en el año 1833 y que tal vez aportaría más datos acerca de la historia de este lugar.
José Ramón García, conocedor y estudioso de este santuario, mantiene una teoría sobre los peregrinos que acuden a Llugás según la cual, si señalamos en un mapa los puntos de donde siguen acudiendo romeros al santuario, podemos observar que son lugares existentes entre los ríos Nalón y Sella, antiguo territorio de los luggones, por lo que sería fácil interpretar que Llugás ya era un centro espiritual a donde acudían los pobladores de esta parte de Asturias desde hace más de dos mil años.
Los romeros que iban a Covadonga pasaban por Llugás el día anterior, quedándose allí a dormir. La noche de la foguera se encendía en medio del prado una gran fogata con haces de árgoma. A su alrededor se bailaban multitud de danzas que terminaban en las consabidas riñas de palos.
Aún pueden verse a peregrinos que acompañan a la Santina en la procesión vestidos con mortajas blancas. La tradición de ofrecer exvotos de cera a la Virgen de Llugás, en señal de agradecimiento, sigue viva hoy. A la procesión, va el ramu.
El domingo siguiente al 8 de septiembre, celebrábase extramuros de la Villa una gran feria de ganado; es el mismo día elegido para honrar a la Patrona de Villaviciosa, Nuestra Señora del Portal de Belén, traída por los frailes franciscanos en el siglo XVII.
La misa solemne sigue reuniendo a todos los villaviciosinos que cantan a su patrona:
Tú serás nuestra Patrona,
Virgen Santa del Portal,
y en Villaviciosa, siempre,
Reina y Madre tú serás...
En la procesión, la santina del Portal va precedida de ramos y ofrendas que son subastados por el mayordomo de la Cofradía en el campo de San Francisco. La danza de la Salve:
Santina del Portal,
bendita Portalina,
pequeñina y galana,
Patrona de esta villa...
se hace por jóvenes de Villaviciosa, a los pies de la Santina, en apretado ramo, pidiéndole que reverdezca todos los años:
A tus pies queda,
Santina, esti ramu.
Dios quiera que reverdezca
de añu en añu.
Ciclos de otoño
Los días de otoño son más cortos; es tiempo de recolección de manzanas, maíz, nueces y castañas. El clima se va enfriando y llueve más a menudo. Todos estos condicionantes no invitan a celebrar fiestas al aire libre, siendo las celebraciones en este tiempo de carácter más familiar y vecinal. Mayar la sidra, les esvilles del maíz y la matanza del gochu son celebraciones alegres que cumplen dos finalidades: el trabajo de la casa, que siempre sería más penoso y duro si no existiese la ayuda y colaboración entre los vecinos, y la diversión. La gastronomía está presente en todas ellas y corre a cargo de la casa donde se celebra la reunión: sidra, castañas, nueces, cuayaes y la preba´l gochu son casi un deber del anfitrión. Los magüestos son también reuniones festivas en torno a un asado de castañas, de la cuerra preferentemente, en donde no falta ni la sidra ni el buen humor.
El 27 de septiembre, los Mártires de Coru y los Martilinos de Rales son las fiestas de más renombre en el otoño villaviciosino, especialmente la de Rales, adonde acuden romeros del concejo y de otros municipios cercanos. Desde la Villa se organizaban auténticas caravanas de romeros que subían hasta la ermita de San Cosme y San Damián a lomos de burros, como consecuencia del mal estado de los caminos; llevaban la comida y pasaban el día disfrutando de la romería que se celebraba alrededor de la capilla. El retorno, como la ida, era una continua manifestación de bromas y diversiones entre los componentes de la comitiva.
El día 29, Lugás recibe a los Miguelinos, peregrinos que acuden a honrar al santo en su día. También Tazones celebra ese día a su patrono, San Miguel.
LOS BAILES
Una de las manifestaciones más tradicionales de las fiestas son las danzas y los bailes, y aunque las corrientes y modas en éstos eran comunes a la zona central y más comunicada de Asturias, como era la de Villaviciosa, tenían alguna singularidad que merece destacarse. El Cancionero de Torner recoge algunas variantes de otros tantos bailes procedentes de nuestro concejo. Son éstos:
La giraldilla
Es un baile de gran sencillez que se ejecuta cruzando alternativamente los pies, en cada parte del compás, al mismo tiempo que se hacen sonar las castañuelas con un golpe seco. Se cantan las estrofas unidos por las manos, haciendo rueda, que se suelta al llegar al estribillo para bailar con la pareja. Recogemos dos versiones:
—Quítate de la esquina,
majo, que llueve,
deja correr el agua
por donde suele.
—Yo, si estoy en la esquina,
no estoy por ella,
que tienes unos ojos
de pedigüeña.
—Yo, si soy pedigüeña,
¿qué te he pedido?,
que tienes unos ojos
de relamido.
—Yo, si soy relamido,
tú eres muñeca,
que todos los domingos
te pones hueca.
—Yo, si me pongo hueca,
puedo ponerme,
que el galán que me ronda
pesetas tiene.
—Pues si tiene pesetas
que las enseñe,
que te compre un vestido
de seda verde.
Y después de comprado,
pégale fuego,
y verás cómo quema
el vestido nuevo.
Serongo, serongo,
el sombrero me pongo,
al uso de Madrid,
que no es así,
que no es así.
Ya se acabó la salsa,
la salsa y el perejil,
perejil con que lo baila Antón,
chiribiribí,
morena salada,
me muero por ti.
Se mueren los franceses,
que no son de aquí.
En esta otra, la canción va indicando los movimientos que han de ejecutarse:
Salga usté a bailar,
polidito caballero,
salga usté a bailar,
con mucha sal y salero.
Con el zapato
mate usté bien a la araña,
y con el tacón,
da la vuelta resalada,
arena, arena, arena de la mar,
arena, arena, yo me voy a embarcar.
La canción de ronda
Era la que los mozos dedicaban a las mozas, generalmente las vísperas de las fiestas, cuando iban de un pueblo a otro a cortejar:
Por las mañanas de Santander
la vi llorando y le pregunté:
¿Por qué lloras, vida mía?
¡Porque tengo que llorar!
Pasó por aquí mi amante
y no me ha querido hablar.
Las canciones de ronda no estaban sujetas a reglas; obedecían solamente a la inspiración del galán que las cantaba, impuestas por el amor o el despecho de alguna moza.
Fandango de Villaviciosa
Apenas si se conocen media docena de pasos, recogidos y conservados por algunos villaviciosinos amantes de las tradiciones que forman un grupo de danzas a finales de los años cincuenta. Este singular fandango de Villaviciosa fue interpretado, en lo que recordaba, por la popular bailadora Rosario la Castañera.
La Churrusquina
Bailan dos o más parejas, que se acompañan con panderetas y la propia canción, y van haciendo lo que en ella se indica sin parar de bailar:
El bailar de la Churrusquina
es un baile muy disimulado.
Me arrodillo a los pies de mi amante,
me levanto constante, constante.
Tú que lo bailas, lo bailas, María,
este baile no se baila asina,
que se va voltiando la espalda. (se dan la espalda)
¡Ay, menea esa saya!
¡Ay, menea, menea esos brazos!
Dame esta mano,
dame la otra,
dame un besito
de esa tu boca. (se besan)
Daré la media vuelta,
daré la vuelta entera,
daré un pasito atrás,
haciendo la reverencia.
Danza de la Salve o Danza del Portal
De carácter folclórico religioso, ha sido ideada en honor de la patrona de Villaviciosa, la Virgen del Portal. Está basada en una Salve con que honraban los frailes franciscanos a Nuestra Señora del Portal de Belén en el año 1791, y que fue hallada en los archivos parroquiales por Ramón Rivero Solares, quien hizo los arreglos de la letra y la coreografía, ésta en colaboración con Juan José Renedo, entonces director de la Banda Municipal de Música y autor de la partitura. La danza fue cantada y bailada por primera vez en las fiestas del Portal de 1953 por cincuenta parejas. En el año 1954 se redujo el número de parejas a treinta y posteriormente lo hicieron treinta y seis. En el año 1980, el maestro Renedo volvió a reconstruir la coreografía, según los esquemas originales de treinta parejas.
EL TRAJE
El traje regional, tal y como se conoce hoy, era la prenda de vestir usada por las personas de las zonas rurales durante los siglos XVIII y XIX, pero no siempre fue así. Estrabón describe los pueblos que habitaban el Norte y dice que usaban sayos negros, y las mujeres con tejidos hechos de fibras vegetales.
También sorprenden a Laurent Vital, cronista del viaje de Gante a Villaviciosa del príncipe Carlos, los vestidos que usaban las mujeres de la villa, que vestían sobriamente con telas de lienzo. Lo que más le llama la atención son sus tocados, tan extraños, largos y altos como en tiempos pasados solían ser los de las damas y doncellas con sus altos tamboriles. Hechos con respaldos, cubiertos por debajo de la tela, bastante al estilo pagano, resultaban penosos y costosos de llevar por la cantidad de tela que contienen.
Bellmunt, F. Canella, F. Vigil, Nieves de Hoyos, el minucioso estudio de Luis Argüelles y las explicaciones de Oliva Rodríguez sobre la forma de llevar las prendas del traje, así como el significado de cada una de ellas, nos dan una idea muy aproximada, si no exacta, de cómo debieron de ser los vestidos que ahora consideramos representativos de nuestra comarca y que siempre fueron usados con ocasión de gala o solemnidad. En las familias principales de la Villa, cuando alguno casaba fuera de la localidad, salían a caballo, ataviados con el traje tradicional y armas al cinto, a recibir a los nuevos desposados, que eran escoltados hasta su domicilio, cumpliendo así una vieja tradición.
En las mujeres, era la ropa interior, generalmente, de lienzo casero, cuerpo de lo que se llamaba tapido y falda de mediana. Las mangas eran anchas, que se pudieran remangar con facilidad y remataban en puño que se cerraba con botones hechos de hilo; el escote era cerrado, o cuadrado. Los días de labor eran éstas las prendas más usadas. En las ocasiones de vestir usaban una chambra de tela de lienzo o algodón, rematada en puños y cuello con puntilla hecha a ganchillo, por el que se pasaba un lazo que los ajustaba: el lazo era de cinta de colores. Sobre la chambra iba la cotilla, de la llamada de cortinilles. Estas cortinillas estaban hechas con tela ligera que cubría el pecho y se ajustaba con cordones o guyetes, que a su vez terminaban en ferretes, y la cotilla solía ser de tela de damasco estampado o a rayas, a veces bordado, e iba por debajo de la saya.
El refaxu era de pañete de bayeta de colores, verdes, azules o rojos, principalmente, y se dice que los claves del cantar hacen alusión a los colores de estos refaxos: también el amarillo era un color usado con frecuencia. Llevaban como adorno uno o varios ribetes de terciopelo negro, separados unos cuantos centímetros del extremo inferior de la prenda que llevaba un refuerzo o jaretón de algodón llamado contrapisa. Encima se ponía la saya, que solía ser de color negro en las personas mayores y en las viudas.
Luis Argüelles aporta datos sobre una falda genuina del concejo y vistosísima, pues llevaba hasta ocho injertos de colores, distintos, además, de la contrapisa, aunque indudablemente se usaban también las de un solo color. Estos injertos solían ser consecuencia del aprovechamiento de las sayas, añadiendo tiras a medida que se fueran quedando cortas. Las prendas eran de ancho vuelo recogido en pliegues en la cintura con una cinta de sinogil o seda, y en las mejores, de nascote o cúbica.
La saya lleva dos aberturas formando mandilete, por donde se llegaba a la faltriquera, en la que se guardaba el dinero, llaves o algún amuleto. Las sayas eran largas por los tobillos, aunque en la aldea se usaran algo más cortas como consecuencia de las molestias que producirían las hierbas altas. Por encima de todo iba el mandil, los de diario más largos, los de fiesta más cortos y de telas finas de seda y adornados con cintas, flecos o puntillas. De colores lo ponían las solteras, y las casadas y viudas los usaban negros.
El busto lo cubría el dengue, de franela negra adornado con cintas de terciopelo, y en aquellas más pudientes con algún adorno de azabache, se sujetaba atrás en la cintura, prendido como un broche. A finales del pasado siglo, se sustituyó el dengue por la manta de pelo de cabra o merino negro y las toquillas que también se usaban atadas atrás.
Las mozas usaban a principios de siglo pañuelos estampados de lanilla o de percal, tal como se puede apreciar en las fotografía de la época. El pañuelo de la cabeza se doblaba en diagonal y se cruzaba por detrás de la cabeza, atándolo con una lazada arriba, quedando colgado a la espalda las otras dos picas. Solían ser de lino, seda o lana de colores. Los más adinerados los usaban de tul, bordados y en color blanco. Las medias, tejidas en colores lisos, azules o blancas, y los pies calzados con zapatos negros de cordón y también de los llamados «de Noreña». Las madreñas sólo se usaban para el trabajo y en época de lluvia. Los adornos consistían en las medidas al cuello que sujetan los collares de azabache o coral; otro adorno son los pendientes del mismo material engarzado en oro.
En el hombre, la camisa era de lienzo, de mangas amplias, que cerraban en puño; tenían pie de cuello y los botones eran de hilo o monedas de plata sujetas a una cadenilla. Chaqueta, chaleco y calzón eran de paño de estameña de color pardo o verde, y a finales del siglo pasado se usaban también el negro y la camisa de cuello de pico. Los chalecos también eran de rasos lisos o damascados, y a la parte de la espalda era de lienzo, con trabillas bajas para apretar con guyetes de colores. Solían llevar algún dibujo en tela sobrepuesta, así como doble fila de botones que no se abrochaban, porque se traía suelto sobre la faja o se sujetaba en su parte baja por ella, y dos bolsillos.
La faja, de lana o algodón, solía ser de color negro, azul o rojo. La chamarra era una prenda recta y corta, con pie de cuello alto y mangas ceñidas; se usaba encima del chaleco como prenda de abrigo y de vestir. Los solteros la quitaban para bailar y la echaban al hombro izquierdo; los que eran zurdos, para dejar libre la mano que llevaba el palo, lo hacían al revés.
El calzón de mandilete o de trampa; las trinchas que sujetaban las perneras se unían con botones que tapaba el mandilete y por detrás se ataba con guyetes. Las perneras venían abiertas en su parte inferior, por donde asomaba el calzoncillo. Las medias, blancas o azules, y el calzado, de bota o zapato también de los llamados «de Noreña», aunque había quien los usaba negros con hebilla de plata.
La montera más usada era la denominada picona, aunque también se usaría la de dos alas, incluso el sombrero como moda traída por los emigrantes, arrieros o aguadores. Y por último, el palo, anudado de clavos y tallado, que solía ser de avellano o de acebo.
Miguel Ángel González Pereda*
(*) MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ PEREDA es un gran estudioso de la etnografía y el folclore de Villaviciosa. Colaborador habitual de la revista CUBERA, tiene publicados varios trabajos, entre ellos: «Fiestas y romerías del concejo de Villaviciosa»; y «Villaviciosa» (reseña de las parroquias y entidades de población del concejo), en el Diccionario Geográfico de Asturias, Editorial Prensa Asturiana, S.A./La Nueva España, Oviedo, 200
Concejo de Villaviciosa
Pumaradas y sidra, huerta y mar, Rodiles y Tazones, Románico en Amandi y Prerrománico en Valdediós, el casco histórico de Villaviciosa, surf, pesca y aves en la mayor ría de Asturias… Así es Villaviciosa, Capital Manzanera de España.
Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Villaviciosa son: Cabranes, Colunga, Gijón, Piloña y Sariego. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Villaviciosa, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.
Comarca de la Sidra
Tierra de pomaradas y manzanos en flor, hogar de centenarios llagares de sidra, costa de dinosaurios, pueblos mineros y villas marineras, una de las rías con más biodiversidad de toda Asturias, majestuosas sierras como las de Peñamayor o el Sueve, Caminos de Santiago, pueblos ejemplares y el mejor arroz con leche… así es la Comarca de la Sidra.
La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Bimenes, Cabranes, Colunga, Nava, Sariego y Villaviciosa. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.
Conocer Asturias
«La cueva de Tito Bustillo es uno de los tesoros arqueológicos más importantes de Asturias y de toda la península ibérica. Situada en la localidad de Ribadesella, en la costa norte de España, esta cueva alberga una impresionante colección de arte rupestre paleolítico que data de hace más de 10.000 años.»
Resumen
Clasificación: Etnografía
Clase: El concejo
Tipo: Varios
Comunidad autónoma: Principado de Asturias
Provincia: Asturias
Municipio: Villaviciosa
Parroquia: Villaviciosa
Entidad: Villaviciosa
Zona: Oriente de Asturias
Situación: Costa de Asturias
Comarca: Comarca de la Sidra
Dirección: Villaviciosa
Código postal: 33300
Web del municipio: Villaviciosa
E-mail: Oficina de turismo
E-mail: Ayuntamiento de Villaviciosa
Dirección
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